sábado, 7 de julio de 2018

Claret, el colegio blanco

Hoy le dedico esta entrada a un fiel lector del pasado de Sevilla, creo que si no es el primer suscriptor que tuvimos, es el segundo, Don Antonio Plata. Antonio es, porque según sus palabras nunca se deja de serlo hasta que se muere uno, e incluso después de muerto siempre lo seras, un estudiante claretiano, pues es vecino del Barrio del Claret, y como no podía ser de otra manera su infancia y sus estudios pasaron por el "colegio blanco"...


El "colegio blanco", Colegio San Antonio María Claret se encuentra en la Avenida Padre García Tejero, en el corazón del Heliopolis...


Como vemos en la imagen, se levanta junto al Campo del Fútbol del Real Betis, y esta cobijado por los Chalets regionalistas construidos para la Exposición Iberoamericana de 1929. Al contrario de lo que muchas personas piensan, el Colegio y la Iglesia no fueron construidos por los Claretianos ni nació de ellos la idea. La orden Claretiana llegó a Sevilla en torno 1940, y su labor educativa comenzó en el ático de uno de estos chalets del barrio con tres profesores de la orden dando clases a un grupo no mayor de 10 alumnos. Este echo tuvo gran repercusión en la ciudad, y rápidamente fue in crescendo el numero de alumnos que solicitaban sus atenciones. En 1945 el Instituto de la Vivienda construye un colegio y una iglesia adosada al mismo. Son varias las congregaciones que se postulan para regentar y dirigir las nuevas instalaciones pero acción de la Orden Claretiana en el barrio y la gran acogida que estaban teniendo por parte de los vecinos, hicieron que el Gobierno Central y las Administraciones se decantaran por ellos, filmando finalmente el contrato de cesión con la Orden Misionera...


En 1956 la Orden amplia las instalaciones del colegio y añade otro nuevo edificio, sin derribar nada de lo anteriormente construido, algo que agradecemos enormemente pues invito a nuestros queridos lector@s a visitar algún día si tienen la oportunidad, la parte antigua del colegio donde podrán admirar la ornamentación y el detalle de las construcciones regionalistas sevillanas de la época.

Colegio Claret Sevilla
Lucas Romero Garrido

domingo, 24 de junio de 2018

La batalla de Bailén, se jugó en Sevilla

Cuando pensamos en una batalla, lo asociamos automáticamente a destrucción, ruinas o escombros y todo ello lo podemos trasladar como un símil y usando un juego de palabras a la Calle Bailén de nuestra querida ciudad, donde tanto derribo parece provocado por una batalla...


La Calle Bailén fue durante siglos la arteria de unión de gran parte de los Conventos de Sevilla, siendo por ende un núcleo bastante rico en lo que a arquitectura se refiere, empezando por la desaparecida portada del Compás del Convento de la Magdalena pasando por la impresionante fachada del Convento de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes, y terminando en la desaparecida Puerta Real, la cual estaba a unos escasos 10 metros de la desembocadura de la calle. Todo ello se perdió bajo el yugo de la piqueta, y lo que no se derribó lo cambiamos de sitio como hicimos con la portada del Convento de la Merced.
Centrándonos en la fotografía nos llama poderosamente la atención el vendedor a lomos de su borrico con las alforjas llenas y un chavalín que bien pudiera ser su hijo, una estampa muy repetida por las calles de Sevilla en aquellos años...


Otro detalle muy importante que podemos contemplar, es la gran casa de finales del 18 que cierra desembocadura de la Calle San Roque...


Esta casa también fue víctima de la piqueta a finales de los años 70 con la excusa de corregir el plano de la calle, eliminando el trazado sinuoso de la misma...


En su lugar nos plantaron el "mamotreto tipo" de la época que tanto se repite por barrios como el de San Vicente, la Judería o la Alameda. Por desgracia esta conducta de derribo se sigue repitiendo en estos momentos, dañando de muerte barrios como el de San Luis o San Marcos.

Mario Carrero Lomberda
Nuria Cabello Moreno

sábado, 9 de junio de 2018

La Sevilla de Fleming

Cuando decimos Doctor Fleming en Sevilla, decimos muchas cosas, ambulatorio, colegio, calle, barriada, y monumento. Brevemente diremos que el Dr. Alexander Fleming fue el descubridor de la penicilina...


Hoy en concreto vamos a hablar de su monumento, erigido en 1957 junto al Hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento de Andalucía...


La obra se realizó en piedra caliza, igual que la usada en la fachada del Hospital, y se remató con un busto de bronce del Doctor...


En dicho emplazamiento permaneció hasta principios del 2002, por lo que muchos lectores lo recordarán perfectamente, ya que era una estampa propia del barrio de la Macarena y a la que muchos le tienen un especial cariño...


Observen el detalle de esta fotografía, pues si nos fijamos en la parte superior izquierda, podemos atisbar los comienzos de la destrucción paulatina de la Calle Don Fabrique, pues primitivamente el monumento miraba al Arco de la Macarena pues estaba situado frente a la fachada del Parlamento...


Para Don Fabrique guardaremos un capítulo aparte, porque lo que se hizo y lo que se está haciendo con ella no tiene justificación alguna, estamos asistiendo impasibles en pleno siglo XXI a su segunda fase de demolición...


Pues bien, como venimos diciendo, el monumento estaba donde mismo hasta 2002, fecha en las que se comienzan las obras de remodelación de los jardines del Parlamento y la reurbanización del entorno...


Y es aquí donde empieza la odisea "típica" de cualquier monumento sevillano que es desmontado temporalmente y que por supuesto este no iba ser menos. El conjunto de piedra caliza es desmontado y guardado en los almacenes del Ayuntamiento, y el busto de bronce es depositado en las salas del consistorio, con la promesa de ser nuevamente reubicado en los jardines del Parlamento tras las obras de acondicionamiento del entorno. Pasa un año, dos, tres...y aquí nadie se acuerda del monumento, hasta que a finales del 2004, principios del 2005, urbanismo desbloquea un segundo proyecto de recuperación para el monumento y es entonces cuando este es reubicado en el patio central de la Facultad de Medicina...


Todavía tenemos que estar dando gracias de que el monumento no se perdiera en un chalet del Aljarafe o de que no lo recolocaran en otro sitio a medio montar, algo que sí ha sucedido con parte del patrimonio urbano de Sevilla en otras ocasiones. Fuera como fuere, esta es la historia y homenaje que la ciudad le dedicara a uno de los descubridores y científicos más importante del mundo, pues además de descubrir este antibiótico que salva tantas vidas al año, nunca lo patentó para con ello hacerlo siempre accesible económicamente a todos los seres del planeta.

*Corrección del artículo gracias a Alfonso Montano.

Universidad de Sevilla
Julio Morales Barrera

domingo, 13 de mayo de 2018

Cuando echar una carta en el buzón era una gozada

Aunque aún quedan algunos buzones, en peligros de extinción todos ellos, ya no es tan usual eso de mandar una carta a no ser que sea por algo burocrático, pero antaño sin internet, sin mensajes de texto, sin whatsapp, echar una carta al buzón era un gesto cotidiano para el 99% de los españoles y una gozada para unos pocos de sevillanos que vivían cerca de este que les muestro a continuación...


¡Que estampa!, tenemos a ese joven camino del colegio con su chaqueta larga y su maleta de piel viendo atentamente cómo los operarios de Correos recogen la "saca" con las cartas de de ese dia...


¡A lo que vamos!, imaginense con su carta en mano dirección a la Plaza del Duque, no a la que conocemos ahora, sino a esta que vemos rodeada de Palacios y Hoteles donde la catarsis que nos produce la majestuosidad del Palacio de Sanchez Dalp, no nos deja atinar con la ranura donde tenemos que introducir el sobre...


Vamos caminando tranquilos, disfrutando del ese recado que nos ha llevado hoy hasta tan hermoso lugar, saboreando el pisar sobre esos adoquines puestos con una geometría que ni el puntero láser más avanzado de este siglo es capaz de superar. Al fondo de la Plaza, tras las palmeras y plataneros, podemos atisbar la silueta del Hermoso Hotel Venecia, aquel que con unos inimitables balcones acristalados fuera testigo mudo de tantas Semanas Santas...


Pero claro, llegó el progreso, y no solo se llevó por delante este y otros buzones, también se llevó los adoquines, palacios y hoteles, en resumen toda la historia de una de las plazas más bellas que tuviera Sevilla y en su lugar nos quedamos con "esto"...


Ya sea por los taxistas que allí trabajan o por los sevillanos y turistas que tenemos que atravesar aquel desmán, podrían nuestros gobernantes haceros el favor de levantar ese manto de alquitrán y volver a descubrir los adoquines que allí yacen, al menos ganariamos en temperatura, estetica y respeto, sí respeto a Sevilla y su piel, que son esos adoquines.

Maria Manzano Cubierta
ABC

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