domingo, 13 de mayo de 2018

Cuando echar una carta en el buzón era una gozada

Aunque aún quedan algunos buzones, en peligros de extinción todos ellos, ya no es tan usual eso de mandar una carta a no ser que sea por algo burocrático, pero antaño sin internet, sin mensajes de texto, sin whatsapp, echar una carta al buzón era un gesto cotidiano para el 99% de los españoles y una gozada para unos pocos de sevillanos que vivían cerca de este que les muestro a continuación...


¡Que estampa!, tenemos a ese joven camino del colegio con su chaqueta larga y su maleta de piel viendo atentamente cómo los operarios de Correos recogen la "saca" con las cartas de de ese dia...


¡A lo que vamos!, imaginense con su carta en mano dirección a la Plaza del Duque, no a la que conocemos ahora, sino a esta que vemos rodeada de Palacios y Hoteles donde la catarsis que nos produce la majestuosidad del Palacio de Sanchez Dalp, no nos deja atinar con la ranura donde tenemos que introducir el sobre...


Vamos caminando tranquilos, disfrutando del ese recado que nos ha llevado hoy hasta tan hermoso lugar, saboreando el pisar sobre esos adoquines puestos con una geometría que ni el puntero láser más avanzado de este siglo es capaz de superar. Al fondo de la Plaza, tras las palmeras y plataneros, podemos atisbar la silueta del Hermoso Hotel Venecia, aquel que con unos inimitables balcones acristalados fuera testigo mudo de tantas Semanas Santas...


Pero claro, llegó el progreso, y no solo se llevó por delante este y otros buzones, también se llevó los adoquines, palacios y hoteles, en resumen toda la historia de una de las plazas más bellas que tuviera Sevilla y en su lugar nos quedamos con "esto"...


Ya sea por los taxistas que allí trabajan o por los sevillanos y turistas que tenemos que atravesar aquel desmán, podrían nuestros gobernantes haceros el favor de levantar ese manto de alquitrán y volver a descubrir los adoquines que allí yacen, al menos ganariamos en temperatura, estetica y respeto, sí respeto a Sevilla y su piel, que son esos adoquines.

Maria Manzano Cubierta
ABC

domingo, 29 de abril de 2018

El romanticismo perdido de las marquesinas de madera

Pasear por Sevilla es bonito, eso no se puede negar, las pasamos canutas en verano para encontrar una sombra, una fuente, y un banco cómodo para descansar...pero es bonito. Pero lo cierto y verdad, es que si miramos esas fotografías antiguas donde vemos esos escaparates de madera con esas marquesinas en caoba con letreros en cristal, pues envidiamos ese romanticismo perdido que mostraban esos comercios en sus fachadas y escaparates. Para el que aun no entienda esto que estoy contando, voy a ponerle dos ejemplos en dos zonas diferente de la ciudad, la primera en la embocadura de la Calle Cuna con la Plaza del Salvador...


Esta fotografía me tiene enamorado desde la primera vez que la vi, pues me llama poderosamente los vestidos de la la mujer y su hija que aparecen en primer plano, y como la señora esta mirando fijamente al fotógrafo en el preciso momento que dispara la cámara...


He deducido, con probabilidad a equivocarme, de que la imagen capta un momento de la Semana Santa Sevillana, tal vez Viernes Santo por la mantilla y la peina de la señora, el niño que esta tras ella vestido de marinerito o su hija vestida tan elegantemente con ese tocado sobre la cabeza, demás de  por la pila de sillas que vemos en la parte derecha de la imagen, que tal vez fueran parte de ese parte oficial que se disponía en la Plaza para ver el transcurrir de las hermandades...


Ahora les voy a pedir que se fijen en los escaparates de los comercios y las marquesinas, sin duda un trabajo muy hermoso de ebanistería y pintura que daban ese romanticismo del que les hablo a estas calles...


Hoy en día el aspecto actual de la calle ha cambiado mucho, por no decir totalmente, y es que aunque se conserva gran parte del caserío que vemos en la fotografía, hemos perdido la elegancia de los comercios, la vistosidad de sus marquesinas y sobre todo ese romanticismo que le daba un plus o toque extra de calidad a lo que dentro del local te iban a vender...


Ahora nos vamos a marchar a otro punto de la ciudad, aunque esta muy cerquita de este anterior que hemos estado conociendo, concretamente nos marchamos hasta la Plaza del Pan, hoy de Jesús de la Pasión...


He visto esta fotografía coloreada y os aseguro que es una gozada para los sentidos, es una pena que en blanco y negro no ofrezca tanta variedad de matices. Aquí observamos de nuevo el detalle de las marquesinas y los escaparates, y vemos como algunos guarda una cierta inclinación en angulo de 45 grados para ser mas cómodos y legibles al viandante...


Otro detalle a destacar y que se suma a la cantidad de carros que vemos en ese cruce con la Cuesta del Rosario, es la estrechez tan aguda que vemos en dicha calle cuando va subiendo hacia la Plaza de la Pescadería...


Esta zona también ha cambiado por completo con el paso de los años, y hoy presenta una imagen diferente de mas amplitud y sobriedad, ademas de que se ha perdido parte importante del caserio que vemos en la imagen...


Hoy en día solo tenemos algunas de estas marquesinas en comercios centenarios que han sobrevivido hasta nuestros días, como pudiera ser la Confitería La Campana o alguna tienda de abanicos y souvenirs en la Calle Sierpes.

jueves, 19 de abril de 2018

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