jueves, 23 de febrero de 2012

Recuerdos de una dama, La Pasarela del Prado de San Sebastián

Empiezo esta entrada dando las gracias por vuestro apoyo, cariño y fidelidad hacia este humilde blog ya que no solo hemos llegado a las 15000 visitas mensuales sino que ademas se esta convirtiendo en una constante ya que son mas de dos meses consecutivos en los que hemos alcanzado estas cifras.

Una vez dicho esto, pasamos a lo que verdaderamente nos interesa que no es otro tema que el seguir descubriendo y conociendo un poco mas de nuestro pasado, la mayoría desgraciadamente perdido para siempre, como ejemplo de esto, nuestra ya conocida y añorada Pasarela del Prado...


No acabo de entender como un monumento, un símbolo de nuestra ciudad tantas veces fotografiado e impreso en tantas postales, pudo sufrir un final tan desafortunado e injusto como el que sufrió esta Pasarela...


En las imágenes que hoy recuperamos y sumamos al archivo del blog, podemos dar cuenta aún más si cabe de su monumentalidad y belleza...


Pensar el reclamo turístico y patrimonial que hubiera sido el mantenerla para la ciudad causa aun mas incomprensible  por parte del que les escribe, mas aun sabiendo que en esos años la tendencia artística que se introducía en la ciudad no era para nada incompatible con esta obra...


Pero bueno, los intereses políticos parecen que son el estigma de esta ciudad y nunca juegan a favor de la conservación o divulgación del patrimonio.


En este caso los conservadores vieron fantasmas donde no los había y fueron malos consejeros del Rey Alfonso XII, el cual supervisaba en aquel entonces las obras en nuestra ciudad para la Exposición del 29 y que no dudo el ordenar su derribo con tal de buscar un consenso en aquella Sevilla tan dispar...




Jesús López García
Pedro Martínez Moreno

2 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Verdaderamente lamentable. Aún hoy, la ciudadanía se refiere a la Pasarela para indicar el lugar donde se encontraba.

Cornelio dijo...

Estoy de acuerdo en que es lamanetable, pero algunas veces pienso en la intención de los que lo hacían.

Imaginaos, al de turno poniendo en una balanza la fuente de las Cuatro Estaciones y la Pasarela, y defendiendo la fuente ante su rival.

Lo difícil es dar el salto de viejo a antiguo.

¿Cuántos muebles maravillosos se cambiaron por contrachapado?

¿Cuántas solerías de ladrillo han sido entrerradas por materiales vulgares?

Y en esos estragos meto a la misma Giralda. ¿A quién se le ocurre ponerle un remate de campanas y una veleta a un alminar perfecto? Pues si no hubiera sido por eso no hubiésemos tenido nuestra Giralda.

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