Hablamos de excusas absurdas cuando no fueron aceptadas ni siquiera por el gobierno central de la nación, ya que el valor artístico y arquitectónico era de un nivel único en toda España, y fue este, el gobierno de la nación, el primero en recriminar al consistorio sevillano su acción de derribo sobre este maravilloso monumento.
El principal alegato de derribo que utilizo el ayuntamiento sevillano de la época, era que sus arcadas solo servían para el fomento y alberge de gitanos y maleantes, degradando todo el entorno que rodeaba a los Caños, (parece que hablamos de la actualidad, ¿verdad?)...
Puede que se diera algún caso, pero eran los menos, dado que los arcos eran escoltados por caminos que unían Alcala y pueblos cercanos con la capital, y lo que si proliferaban junto a ellos eran las ventas como las que vemos en la imagen.
Existía una ley bastante estricta y vigilada que era la de la total prohibición de cegar o cerrar cualquiera de los arcos de los Caños para con ello ser utilizados como base para cualquier edificación, por lo que en cualquiera de las imágenes que existen sobre los mismos la esbeltez de sus arcos libres es lo primero que llama la atención...
La belleza de los arcos atravesando los campos sevillanos y penetrando con toda su monumentalidad hasta el mismo corazón de la Ciudad muriendo en la Puerta de Carmona tendría que ser como mínimo una imagen inigualable y de una belleza que en la actualidad dejase boquiabierto a cualquiera que lo viere.
Esta entrada va dedicada con todo mi cariño a mis
hermanos de la Tertulia "En silla de enea"
Miguel López Zambrano
ABC